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ESCRITOS VISCERALES



Necrópolis


Luna beoda hundida en el espacio interestelar,
navegando cual gabarra en un eje paranormal,
ajusticiando acremente a indómitas estrellas contrapuestas en la putada degollina votiva 
que pretende refrendar  la grandiosidad del litoral.

Alacridad que zahiere el tris de felicidad,
sombría anterioridad ribeteada en la clandestinidad,
revulsivo onomástico del numismático relámpago cicatrizado y malquistado en la simulación canicular del anafe amoroso esmorecido del eximente menestral que maneja los impulsos de tu Ser para hacer y deshacer ex profeso el himen estropeado siempre bien usado porque siendo fluctuante el sexo emporcado emulsiona lo camarico aunque malcoma velozmente la escasa juventud del presente.

Coyuntura de vorágine la púa que hiere estercolando al lobato desfigurado por estar secreteando con el yegüero del diablo destetado y desatrancado de las comisuras de resquemor simétricas al pecado.

Imantada oquedad la del tuétano azulino,
erotismo facsímil aquella sosera ancorada,
perspicacia verbenera trabajando la concupiscencia ninfomaníaca,
besos de marihuana en el atadero de Tijuana,
abyección sufrida y deseada la consumición inoculada en el ano empapado que eyecta heces de fragancias aromáticas.

Errátil sensualismo, presenciar la necropsia.
Estamos advertidos, por el smog  oportunista.
Hay luces neón e improcedentes meones polemizan la debilidad del afeado  que intenta volverse un tunante
Virtualmente todo es impresionante,
nada desentona y nada se me antoja.

Ateniéndonos a expresiones  predicativas  poliádicas
lo monádico desfallece designado en el culo de una hembra,
detengámonos ahora en su uso apofántico del  inabarcable ocio,
veamos el antecedente consecuente que precisamente consiente pérsicamente cualquier sobeteo  que acontezca libremente.

Piénsese intuitivamente lo grotesco,
alguien présteme un féretro.

Atibórrenme la mandíbula con besos,
ensalívenme mi asquerosa piel aria,
sóbenme la espalda jorobada,
jálenme las tripas hambreadas,
invítenme a respirar en una bolsa; a vivir en una necrópolis;
a mear en los vasos; a ensuciar los manteles con excremento caliente; a vomitar mentiras, o, arañarme la garganta declamado un verso que me ponga la piel colorada.

Necrópolis, la habitación encerrada.
Necrópolis, ¡se muere México, hijos de la chingada!
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1 comentario:

 
Autores : | Maldito enfermo, Mujer Escarlata |
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