palideciendo en las plegarias ignoradas,
el esqueleto inquieto
bufa devastado por la sangre fértil derramada.
Las calles llenas de fantasmas
despiden humores fétidos
viciando la pureza de los corazones
ardid diabólico lustrado
hablamos con fuego y nos entendemos
a besos con sabor a muerte.
Empodero el miedo a tu olvido
pues fue aquella aguja ensanchada la que cosió
la vida a esta lujuria sanadora,
perversidad a ultranza
cuando en mis sueños las sábanas humedecen
al recordarte erecto bien adentro,
al recordarte erecto bien adentro,
melodía obscena tan placentera
resultan mis gemidos cuando me crucificas.
Revoloteos de alteridad en ipsación de un viejo sepulcro,
confunden las artimañas suicidas
para volverlas tácticas fallidas
para volverlas tácticas fallidas
el corazón latiendo,
vida y muerte en unidad.
Soy un triste parasito en espera de que lo vuelvas alimentar
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